Decir que las tablas están de luto en Paraguay, es poco. Se fue un GRANDE, con todas las letras y con lo que eso implica: dejo de existir el maestro José Luis Ardissone.
Con 84 años de una fructífera vida, fue un verdadero icono cultural, referente en el mundo teatral paraguayo, cuya larga actividad teatral se inicia en 1970 cuando se integra como escenógrafo a la Compañía de Comedias del Ateneo Paraguayo. Ese mismo año funda, junto con Gustavo Calderini, Teresita Torcida, Clotilde Cabral, Rafael Arriola y Mario Kravetz el «Grupo Gente de Teatro» que se mantiene en actividad hasta 1981.
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Las distinciones que ha recibido son numerosísimas, destacándose entre ellas los premios «Los doce del año» de Radio 1 ° de Marzo, en varias ocasiones; premio «Fantástico 1979», conferido por la Radio Chaco Boreal al mejor escenógrafo; varias ediciones del Premio de la Revista «Cartelera», la “Distinción de Honor”, en 1988, en el Primer Encuentro Nacional de las Artes; premio «Amigos del Arte», en 1990; nominaciones varias para el preciado «Premio Moliére», máxima distinción que se confiere a los trabajadores del teatro en el Paraguay, a la cual optó en 1995 como homenaje a su trayectoria teatral; premio “Juicio al juicio”, conferido al mejor director por la obra «Doña Ramona»; premio «Sistema Nacional de Televisión», en 1997.
Como director (a más de escenógrafo, vestuarista y creador de los planos de luces) trabajó en «¿Quién dejó pasar el tren?» (Nila López), «En boca cerrada» (Juan Carlos Badillo), «La boda» (Bertolt Brecht), «Feliz día papá» (Dino Armas), «Ay, Carmela» (José Sanchíz Sinisterra), «Agnes de Dios» (John Pielmeier), «Todos eran mis hijos» (Arthur Miller), «El herrero y la muerte» (Jorge Curi), «Volvió una noche» (Eduardo Rovner), «La prohibición de la niña Francia» (Gloria Muñoz), «Vida, estamos en paz» (Tomás Urtusástegui), «Doña Ramona» (Víctor Manuel Leites), «Edipo, rey’ (Sófocles) y «La tierra sin mal” (Augusto Roa Bastos).
Fue el fundador y director del Arlequín Teatro y de la Fundación Arlequín Teatro. Su papel en la obra de Arthur Miller “La muerte de un viajante” fue su más grande y antológica actuación de acuerdo a la crítica.
Ardissone deja, así como un hueco enorme en el teatro nacional, una huella imborrable en la cultura paraguaya.