En Paraguay es bien conocida la frase de “En vida, hermano, en vida…”, frecuentemente utilizada por el entrañable Charles Gonzalez Palisa. Y hoy, al ser un dia dedicado por las nuevas generaciones al recuerdo, se vuelve oportuno homenajear a quienes marcaron historia en el deporte rey paraguayo, en las canchas y fuera de ellas.
Si hay algo que siempre llamo poderosamente la atención de todos, es la habilidad de los zurdos en el futbol; es así que llega a la memoria de esta redactora, el apodo de “La zurda de oro” y al portador de dicho mote, el único e inigualable, Crispín Rafael Verza.
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Ahondando en distintas fuentes, pero mas que nada en la propia memoria del gran Crispin, relata que llego a Asunción, a los 15 años, procedente de su natal San Juan Bautista de las Misiones, al club que se volvió el de sus amores, su Olimpia querido. El ya pujante zurdo, debuto a los 17 años en un clásico, en el que el Decano se impuso a Cerro Porteño por 1 a 0. Una de las épocas que lo marco con fuego y pasión, fue el de haber integrado la selección paraguaya, desde 1969 hasta 1973. Luego de las eliminatorias que correspondían al Mundial de Alemania 74, fue transferido a la madre patria, donde milito en el Real Murcia, de España, ganándose su espacio como futbolista profesional en tierras europeas a lo largo de varios años.
A su retorno al continente americano, fue llevado al Deportivo Pereira, en Colombia, para pasar posteriormente al América de Cali. Pero como el terruño siempre llama a sus hijos, volvió a Paraguay a jugar con la casaca de Cerro Porteño; su inquieta pierna izquierda lo llevo después a Ecuador, a sumarse a las filas del Everest de Guayaquil; sin embargo, al final, la tierra natal pudo mas y regreso para vestir una vez más la casaca decana, en la época de gloria del hexacampeonato del Olimpia. Cabe destacar que también vistió la del Kelito y la de Sol de América.

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Fuera del césped, Crispin Verza siempre fue respetado, tanto en su patria como en tierras extranjeras, por su gran don de gente, su profesionalismo y su sencillez; cualidades que lo hacían acreedor del cariño de sus compañeros, técnicos, rivales y del publico amante del buen futbol. Refiere Verza que, en esas décadas, los jugadores paraguayos que iban afuera, eran embajadores civiles, por lo que la gran mayoría tenía una conducta intachable; lo que los hacia respetados y queridos.
Anécdotas e historias como la del gran Verza, “la zurda de oro”, existen a montones, pero pocas se destacan por el gran cariño y respeto, además de la calidad futbolística como lo fue, y lo sigue siendo, Crispin Rafael Verza. Vaya este sencillo, pero emotivo y merecido homenaje, a la Zurda de Oro.
AGRADECIMIENTOS: Victor Bogarin, Gustavo Armoa y Victor Palacios por el increíble acervo fotográfico.