Al cumplirse un año mas de vida del Club Sportivo Luqueño, se vuelve necesario y meritorio recordar a quienes han dejado su huella en la historia de esta entidad, de la cual alguna vez defendieron la casaca. Cada uno de ellos tiene una historia única y digna de ser contada, pero sucede también, que, en innumerables ocasiones, la misma historia queda relegada y no rinde un justo homenaje a sus protagonistas, sin contar que también aparece el escollo de la falta de documentos y registros de la rica historia deportiva, que sirve para alimentar a la memoria misma.
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Una de las grandes figuras que marcaron una etapa antes y después de su paso por la entidad auriazul, fue Simón Chamorro Gonzalez. Luqueño de nacimiento, hijo de don Pedro Chamorro y de doña Asunción Gonzalez, a sus jóvenes 16 años, se enrolo en el ejercito paraguayo para defender, como muchos otros, el suelo patrio en la Guerra del Chaco. De hecho, en el fragor de la contienda chaqueña, nace una historia de amistad y compañerismo que prosiguió a lo largo de muchos años y aventuras: la de Simón Chamorro con Alfredo “Alfredi” Ocampos, quien, relato siempre a sus descendientes que Chamorro le había salvado la vida en la cruenta guerra, cuando, entre un grupo de enfermos y casi deshidratados soldados -muchos de los cuales ya solo aguardaban la muerte – en las labores de enfermero que, aparentemente, cumplía Simón Chamorro, lo reconoce como su compueblano, levantándolo del catre y cuidándolo hasta su total recuperación. Al retornar de la guerra, ambos “valle gua”, fichan por su amado Sportivo Luqueño, manteniendo la relación de amistad, y convirtiéndose en compinches en el mismo campo de juego y bajo una misma casaca: la auriazul.
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Desde 1937, Chamorro vestía la dorsal 5 del plantel principal del Sportivo Luqueño, ganándose el cariño y afecto de sus compañeros y de extraños, debido a su gran espíritu solidario, de compañerismo, de amor a la entidad auriazul y, por sobre todo, por el carisma innato de liderazgo que lo caracterizaba. A lo largo de ese año, y los posteriores, 1938, 1939 e incluso 1940, defendió con ahínco y pasión la insignia del Sportivo Luqueño, como puede leerse en las diversas publicaciones de los diarios de la época. Fue figura en grandes lances como ante Cerro Porteño, Guaraní y Olimpia, entre tantos, donde en no pocas ocasiones, los cronistas de la época lo elogiaban como de “destacada actuación en el team auriazul”. Es así que, en 1940, es citado por la LPF para integrar la preselección nacional, donde se enfrentan al casi campeón del torneo, Cerro Porteño, ganándole el combinado nacional, con destacada actuación de Simón Chamorro, el 5 de julio de 1940, según los registros de la época.
Formo familia con Modesta Santacruz, considerada la primera peluquera de la ciudad de Luque, con quien tuvo 5 hijos. Al retirarse, Chamorro se dedicó a la noble profesión de sastre. De su descendencia, hubo también quien se destaco en el basketball, defendiendo en ese deporte, los mismos colores que su padre, con gran destaque también.
Simón Chamorro es uno de los tantos jugadores auriazules de antaño que, además de sentir realmente el amor a la camiseta, exudaba sentido de responsabilidad y compromiso por el club de sus amores, lo cual le valió el cariño y el respeto como atleta no solo de los deportistas que lo conocieron, sino también de sus compueblanos. Vale este merecido reconocimiento, a toda la descendencia Chamorro, por el valioso aporte de Simón Chamorro al club auriazul. Y a través de esto, esta redactora ira contándoles mas “historias que la historia no cuenta” sobre familias enteras que aportaron y siguen haciéndolo, al deporte auriazul, en sus distintas disciplinas.